Los astronautas que se dirigen a la EEI están preparando el terreno para posibles misiones tripuladas más profundas en el espacio
Detecta radiación dañina, pilota el módulo rover, aprende a dormir mejor y al mantenimiento del cuerpo: los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional se preparan para futuras misiones aún más lejos, desde la Luna hasta algún día Marte.
La última llegada de cuatro astronautas más a la ISS, debido al lanzamiento de un cohete SpaceX desde Florida el jueves, abrirá la puerta a nuevos experimentos para preparar a los humanos para viajes espaciales largos.
“Estamos probando tecnologías para la exploración”, dijo Remi Canton, director de Cadmos, una división del Centro Nacional Francés de Investigación Espacial (CNES), que está llevando a cabo 12 nuevos experimentos.
Ya sean personas que están volviendo a visitar la Luna por primera vez desde 1972 o que finalmente viajan hasta el Planeta Rojo, los desafíos son abrumadores.
Primero, ¿cómo pueden los ingenieros asegurarse de que los astronautas y su equipo estén protegidos del flujo de partículas expulsadas por tormentas solares y rayos cósmicos?
Los miembros de la tripulación de la ISS están protegidos por el escudo magnético de la Tierra.
Sin embargo, si va más allá en el espacio, se convertirán en patos fáciles expuestos a partículas altamente cargadas.
“Este es un problema realmente grande para la exploración espacial”, dijo Canton.
“Hay que asegurarse de que no hayan recibido una dosis letal incluso antes de poner un pie en Marte o permanecer en la Luna durante demasiado tiempo.
“ Como una ola ”
Antes de que los científicos puedan descubrir formas de proteger a sus extraterrestres, deben medir cuidadosamente con qué están lidiando.
Este es el propósito del experimento Lumin, en el que se utiliza un dispositivo basado en fibras ópticas sumergidas en fósforo para medir la cantidad de radiación que lo atraviesa.
“Cuando irradia, se oscurece muy rápidamente”, explica Sylvain Girard, investigador del laboratorio de Hubert Curien y coordinador del experimento.
El astronauta estadounidense Buzz Aldrin en la superficie lunar en 1969
Al medir la tasa de atenuación y compararla con la intensidad de la señal de luz que ingresa por un extremo del aparato, los científicos pueden determinar con precisión la dosis de radiación recibida.
Esto permitirá a los científicos medir la radiación en tiempo real con suficiente sensibilidad para detectar cambios repentinos, como en el caso de una tormenta solar.
Estos eventos impredecibles alimentan el flujo de partículas dañinas y altamente cargadas hacia el espacio.
“Parece una ola y tarda alrededor de una hora en hincharse antes de que alcance su flujo máximo”, dijo Nicolás Balcón, ingeniero ambiental de radiación del CNES.
Durante el largo viaje espacial, agregó, “si detectamos un aumento repentino, podemos salvar la electrónica, traer al astronauta de regreso a la nave o protegerlo en refugios que debilitan ciertas fuerzas de radiación”.
Telerobótica y entornos virtuales
Para trabajar durante períodos prolongados en un entorno espacial peligroso, los futuros viajeros a la luna en otras regiones también deberán dominar la telerobótica.
Según Canton, esto implicará pilotar un rover en la superficie lunar desde una estación que orbita el satélite.
El experimento piloto analizará cómo los astronautas “usan la información táctil y visual a su disposición” para diseñar mejor los cuadros de mando futuros, dijo.
El astronauta francés Thomas Pesquet usará un casco de realidad virtual conectado a dispositivos de mano cuando llegue a la EEI, “porque la destreza y las habilidades motoras refinadas realmente contribuyen a la ingravidez”, agregó Canton.
“No puedes sentir el peso de tus brazos o las fuerzas que ejercen”.
Pesquet tendrá que aprender a usar un brazo robótico encargado de capturar un vehículo virtual.
El casco también se utilizará para el experimento de ejercicio inmersivo, que sumergirá a los astronautas en un entorno de pedaleo virtual en CEVIS, una bicicleta estática utilizada por los residentes de la ISS para limitar la pérdida de masa muscular asociada con la ingravidez prolongada.
Y los experimentos no se detienen cuando los astronautas terminan su día. Usarán una diadema mientras duermen para dar a los investigadores una idea de las diferentes fases del sueño, “para comprender cómo el confinamiento y la microgravedad afectan la calidad del sueño”, dijo Canton.
© 2021 AFP