Investigadores del Grupo de Ingeniería de Sistemas Integrados de la Universidad de Málaga (UMA) han diseñado un robot de telepresencia que permite a los enfermos de COVID-19 hablar con sus seres queridos.
Aunque este equipo de investigación trabajó en robótica social Desde hace más de una década, el proyecto ROSI ha dotado a este nuevo proyecto de funciones adicionales para adaptarlo a las necesidades de la pandemia, con el objetivo de facilitar el trabajo de los profesionales en residencias y hospitales.
“Hemos hecho posible que las personas que están aisladas en la sala accedan al archivo videollamada con familiares y amigos sin riesgo y sin importar su capacidad para usar las nuevas tecnologías ”, dice uno de los investigadores líderes del proyecto, Juan Pedro Bandera, profesor de la Facultad de Telecomunicaciones.
El investigador explica que el procedimiento sería el siguiente: un amigo o familiar reserva una hora para una videollamada utilizando una sencilla interfaz web; la robot arranca de forma autónoma y pasa al mostrador de desinfección según el protocolo; luego va a la habitación e inicia la videollamada a la hora programada; cuando termina, se vuelve a desinfectar y luego se dirige a su lugar de reposo.
De poco más de un metro de altura, con un cuerpo cilíndrico o de pedestal, este robot “made in UMA” tiene habilidades expresivas simples, capacidad de comunicación audiovisual y también es capaz de moverse de forma autónoma en situaciones de la vida cotidiana.
De esta forma, anunciar eventos cotidianos en las partes comunes de los asilos de ancianos como el “city screamer” u ofrecer a los mayores la oportunidad de realizarse, compartir y ver fotos son otras funciones de este robot.
Un dispositivo eficaz y socialmente aceptado
“Un robot social que se cruza constantemente entre dos personas que hablan, que se acerca a ellas mientras se mueve, se mueve demasiado rápido o abruptamente, o se detiene en un pasillo que les bloquea el paso, no será aceptado y por lo tanto no será de utilidad”, dice Juan Pedro. Bandera Rubio, coordinadora del proyecto.
Sobre la base de este enfoque, los científicos también llevaron a cabo dos experimentos de navegación social en este proyecto. En el primero, estudiaron Consumo de energía en un robot real que sigue trayectorias con diferentes factores de fluidez, porque la fluidez es uno de los parámetros más utilizados para describir el movimiento del robot. En el segundo experimento, analizaron las opiniones e impresiones recogidas de varios participantes tras presentar situaciones simuladas en las que el robot se desplaza por determinados escenarios virtuales, aplicando de nuevo trayectorias con diferentes factores de fluidez.
Los resultados de estos experimentos muestran que, en general, los caminos más suaves reducen el consumo de energía y aumentan la aceptación del público. Pero también muestran que hay otros factores críticos a considerar, como mantener la distancia de las personas: “Lo más probable es que el robot social no debería intentar moverse como los humanos. El robot deberá mantener una mayor distancia y evitar giros bruscos y cambios de velocidad de forma más rigurosa, así como trayectorias irregulares, cuya finalidad es difícil de predecir, porque todos estos aspectos, cumpliendo las condiciones de seguridad, eficiencia y suavidad, reducirá notablemente la aceptación del robot ”destaca Bandera Rubio.
Hasta ahora, la pandemia ha impedido que los robots lleguen a hogares de ancianos y hospitales, pero se han llevado a cabo estudios piloto con éxito. Además, el proyecto de transferencia europea “DIH-HERO” se centró en el uso de estos robots sociales auxiliares para videollamadas y se basó en el trabajo realizado por ROSI diseñoacaba de empezar y permitirá desplegar robots en estos espacios compartidos en los próximos meses.
Silvia Guillén Ruiz et al, Midiendo la suavidad como factor para un movimiento robótico eficiente y socialmente aceptado, Sensores (2020). DOI: 10.3390 / s20236822
Proporcionado por la Universidad de Málaga